Supuestamente en democracia elegimos a nuestros representantes para que nos administren según un programa electoral en el que nos dicen lo que van a hacer, si les votamos y llegan a gobernar. En ninguna parte de este contrato, que llamamos soberanía popular y que aceptamos cuando acudimos a las urnas para elegir a nuestros representantes, aparece que una vez en el gobierno pueden llegar a tomar decisiones contrarias a lo que en su día prometieron. Llevamos unos cuantos años viviendo en ese supuesto sistema democrático y se ha convertido en costumbre que los gobernantes decidan por su cuenta lo que nos conviene en cada momento y que nuestra opinión o sus promesas no sirvan en absoluto para nada en función de no sé que coyunturas que hacen imprescindible hacer lo contrario de lo que se prometió.
Esta perversión del sistema nos convierte en menores de edad tutelados por los que deberían representarnos y hace que parezca normal que decidan por nosotros en materias tan importantes como el sistema de pensiones, la sanidad, la educación o incluso la guerra sin tenernos en cuenta y haciendo lo contrario a lo que prometieron en su programa electoral.
Los partidos políticos cada vez están más alejados de la realidad de la calle y la gente cada vez ve mas lejanos a sus representantes lo que les da una cierta comodidad a la hora de tomar decisiones contrarias a los intereses de la sociedad y directamente a favor de sus propios intereses.
Esta perversión del sistema nos convierte en menores de edad tutelados por los que deberían representarnos y hace que parezca normal que decidan por nosotros en materias tan importantes como el sistema de pensiones, la sanidad, la educación o incluso la guerra sin tenernos en cuenta y haciendo lo contrario a lo que prometieron en su programa electoral.
Los partidos políticos cada vez están más alejados de la realidad de la calle y la gente cada vez ve mas lejanos a sus representantes lo que les da una cierta comodidad a la hora de tomar decisiones contrarias a los intereses de la sociedad y directamente a favor de sus propios intereses.
Sinceramente cada día estoy mas convencido de que esto no se puede llamar sistema democrático, no es posible que impunemente se pueda hacer lo contrario de lo que se prometió y se tomen decisiones supuestamente inaplazables contra nuestros propios intereses tratándonos como a seres inferiores a los que hay que decir lo que les conviene porque nosotros somos incapaces de distinguir nuestras propias necesidades.
Creo que esto convierte a la democracia en un sistema corrupto y oligárquico en el que las decisiones se toman en función de intereses ajenos a los intereses de los ciudadanos y en favor de unas clases dirigentes que mantienen el control económico y político.
Esto no es democracia.
